sábado, 20 de febrero de 2010

Trailer de "La Forma Anonima"

Escenografía

Boceto escenográfico:
Escenografía final:

Críticas:

Por Christian Lange

Lo primero es la atmósfera.
Al entrar allí, a ese espacio y empezar a percibir sus sonidos en la penumbra algo ya ha sido creado. La conjunción de diseño sonoro, escenografía e iluminación se impone con tal contundencia desde el inicio que sólo cabe desear que no decaiga. Y no sólo no decae sino que sube la apuesta varias veces a lo largo del espectáculo.
Esto es Teatro.
Los manuales demasiado clásicos dicen que el teatro es palabra y el cine es imagen. En ese caso, La Forma Anónima sería cine. Pero digámoslo: los manuales excesivamente clásicos, tienen a esta altura de la historia, más desaciertos que otra cosa. O, para ser justos, existe tanta verdad por fuera de ellos como en su interior. Esto es teatro. Teatralidad en estado puro. Arriesgando nombres, diríamos teatro de la imagen, teatro de atmósferas, teatro/performance sostenido por actuación en ebullición expresionista (pero un tipo de actuación que casi podría prescindir de la palabra). El espectáculo pordría ser en otro idioma y sin subtitulos y casi nada del goce (y del horror) que produce se perdería. Hay texto, sí. Lo mínimo e indispensable. El texto es responsabilidad colectiva del grupo La Forma Anónima. La dramaturgia, la escenografía, el diseño sonoro y la dirección general son de Demián Salomón. Parecen demasiados rubros para una sola persona, pero para este espectáculo no podría ser de otra manera. Por otra parte, el resultado demuestra la dimensión del talento con que cuenta. Contó, además, con la inmensa colaboración de Eduardo Sánchez en la luz (un trabajo magistral de inicio a fin) y con la entrega física absoluta de sus dos actores, Juan Costantino y Juan Fiori.
¿De qué se trata la obra?
Esta es, todavía hoy, la primera pregunta que nos hacen cuando decimos que fuimos a ver algo que nos gustó mucho. Y la respuesta a veces es más fácil de elaborar que otras. Hay un argumento, unas ideas, una situación, un relato. Pero hay que saber encontrarlos en la totalidad del espectáculo/experiencia. Aquí va un intento de enumerar algunas de los temas/motivos que allí están: la alienación en y por el trabajo, la burocracia, la regulación y el control de los menores movimientos, la exclusión, la (sobre)adaptación al sistema, la humillación como ofrenda o sacrificio a cambio de la subsistencia, la inutilidad repetitiva del trabajo en serie, la identidad, la pérdida de la identidad, la muerte del sujeto/individuo transformado en componente de un sistema... y podría seguir mucho tiempo más. Lo brillante del caso es que nada de eso se encuentra en palabras explícitas del texto sino en imágenes de una contundencia plástica y corporal que dejan sin aliento.
¿Donde, cuándo, qué?
Un espaciotiempo indeterminado que tanto puede ser aquí y ahora como en un futuro post-catástrofe (¿no es eso finalmente nuestro presente?). ¿Una utopía negativa? ¿Una visión crudamente realista del sistema (aquí llamado La Forma, cual un ente/ser)? Un trabajo: tratar los residuos de La Forma, los desechos, lo que ha quedado afuera: asegurarlos. Un accidente de trabajo y las consecuencias imprevisibles. Un manual de procedimientos donde todo se encuentra codificado, hasta la forma más humillante de entregar-se para recibir alimento.
Operar.
Otra idea clásica suele decir: "la obra es del autor, el espectáculo del director, y la función de los actores". Acá la función y el espectáculo son la misma cosa y, además, son la "operación" de la función, básicamente la operación de luz y sonido. El papel que desempela esa operación adecuada es tan central como la actuación. Y acá está el eje de la teatralidad y de por qué esto no es cine: esto es en vivo y sin red. Y esa vibración es incomparable.
Yo Percibo, yo reflexiono.
Vale la pena, en verdad, sumergirse en La Forma Anónima y en sus asfixiantes climas, a ver si de ese modo algo de nuestra percepción alterada nos permite pensar de un nuevo modo, ya no sólo sobre el teatro, sino más allá.